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Pobre tú corazón acongojado que
busca el refugio en mil labios, cuando intentas que tus brazos alcancen las
estrellas.
Has de yacer bajo falsos abrazos
en tú propio mundo, habías llegado a ser el que quisiste y el que insististe en
inventarte, el grande, el fuerte, el emperador y el semidiós; sin darte cuenta
que escupiste al cielo, al pobre cielo que solo intentó acunarte; a las
lágrimas de los ángeles que solo quería aliviar tus penurias.
Destruiste en tu paso firme, como
habías de llamarle, las ilusiones de pobres mujeres a las que solo querías
conquistarte.
Hoy te inventas una nueva
historia, un nuevo amor, un idilio que según tú es la salvación; ¿podrás
deshacerte de todos tus pecados?; ¿te inventarás nuevas historias como nunca
las habías imaginado?
Cuántas líricas y poemas habrás
de dejar plasmadas, entre la multitud de las palabras que vacías comienzan a
caer muertas como las ramas de un sauce seco, como lo ha sido tú corazón por
dentro y por fuera.
Simplemente un fantasma, un alma
marchita que se despereza y calla; cuántas historias puedes contar de las
mujeres que intentaste y que conseguiste mancillar.
Te verás de nuevo a ti mismo como
el mártir, porque te gusta jugar a relatarte
una y otra vez esa historia triste de tú propio ser; tú corazón es negro como
la obsidiana, negro como el firmamento de la noche; eres el lobo que se come a
las estrellas, eres el genio maligno que se robó el alma de todas las
doncellas.
¿Qué historia te quieres contar
hoy? Una donde todo es amor e ilusión y algunos días después volverás a
transformarte, a ser el genio maligno indivisible, a caminar sobre los mares
negros de la hipocresía, a mirar a todos con aquellos ojos de nepotismo y
avaricia, a dejar en mal a los que crees tus enemigos; cuando la única especie
que debieras despreciar eres tú mismo; aquella imagen de amor hacia ti que se
refleja en ese espejo, lejos de tú amor propio, acércate entonces si así lo has
decidido, al amor, el mismo que es desinteresado, que te grita
desgarradoramente.
Ese amor que como cuentas es
desinteresado, es sencillo, amable y respetado; ¿puedes tener aquella voluntad?
, ¿Puedes generar ese sentimiento, ese amor, tal bondad?.
Quizá vuelvas a nadar en los
brazos de la incertidumbre, en los brazos de la podredumbre; pero seguro podrás
mi vanidoso amigo, inventarte una nueva historia que sea mejor que la de todo
el mundo, a fin de cuentas, los rostros
de aquellas a las que hundiste con tus blasfemas palabras y tus
adoraciones de falacia perduraran en sus corazones ahora envueltos en rocas,
lágrimas y desamor; recuerda pérfido amigo que con la misma vara que mides
serás seguramente medido.
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